jueves, 6 de febrero de 2020

La chica de los 25.


La naturalidad hecha persona, la picardía en pequeñas, o no tanto, dosis.
Su sonrisa, la más bonita y más grande, pero también la que más problemas esconde.
Su energía y ganas de vivir la vida contrarrestan sus noches en vela.
Sus ojos, esas esferas oscuras que callan más de lo que hablan; y ya sabéis lo que dicen de los ojos oscuros, los más expresivos de todos.
El brillo de los mismos el que luce, que no se apaga ni en los momentos en los que sólo albergan lluvias.
Su melena, siempre despeinada o recogida en un moño, pero a quién le importa.

Sus ganas de comerse el mundo, las mismas que conviven con 10.000 monstruos.
Sus monstruos, los únicos que conozco que no dan miedo, pero sí ganas de combatirlos.
Su fuerza, esa que no entiende de límites, la que supera al tifón más grande del mundo.
El mundo... Nadie puede hablar de mundos si no conocéis el suyo.
Su corazón, ay! Qué decir de él? Más grande de lo que jamás podrías imaginar, bondadoso, cariñoso y empatico.  El que está recubierto de un muro, duro como el diamante pero frágil como el cristal.
Batallas internas que lucha día a día, pero que no le hacen falta pinturas de guerra para ganarlas.

Nadie le ha visto jamás rendirse o derrumbarse, ni arrastrarse aunque hay días que no tiene fuerzas ni para levantarse de la cama.
Dice ser mayor, tener espíritu de abuela, pero ¡ya les gustaría a muchas abuelas!
Sus caderas, el movimiento que realizan, el que no se quede embobado al verla caminar, pero sobretodo bailar.. es porque es ciego.
La madurez que desprende... Cualquiera diría que es la chica de los 25 años.




martes, 4 de febrero de 2020

Enero

Enero, llegaste con fuerza para revolucionarlo todo y poner mi vida completamente patas arriba. Pero has durado mucho más de lo esperado, quién diría que tienes los mismos días que el resto de años.
Llegaste como esa avalancha de nieve en un día soleado de esquí, esas cosas que pasan que jamás te esperabas. 
Me has dado uno de los mejores días desde hace mucho tiempo en mi vida, diciéndome así que este iba a ser un GRAN año. 
Pero en cambio, también has sido un mes que no repetiría jamás, pero que me ha enseñado que no tengo límite, que puedo con todo lo que caiga. Siempre.
Enero, mes al que se le asignan los nuevos comienzos, en el que se empieza a trabajar en los propósitos del año que empieza. Yo, este año, he cambiado las reglas.
Un mes que me ha recordado más que nunca en la estación en la que estamos, y no por haber ido a la nieve, o haber visto muchas heladas, sino porque me has hecho ir buscando calor en cada abrazo, de lo frío que has sido.
Enero, has sido el comienzo del fin. Un mes de despedidas, de aprender a decir adiós, a dejar atrás lo que un día nos dio la vida.
Has sido como una tormenta de verano, difícil de asumir y de vivir, de esas que te empapan hasta las entrañas pero te he superado y con la cabeza bien alta.
Eres de esos meses que no me gustaría recordar toda mi vida, pero, en cambio, eres al único al que le escribo estas palabras. Mira qué ironía.
Enero,  has sido un mes agridulce, porque a pesar de todo esto, me has regalado las mejores puestas de sol y amaneceres en los días clave. Siempre recordándome que, pase lo que pase, el sol sale de nuevo cada día, nadie le apaga.
Vanesa Martín, en una de sus canciones, buscaba a alguien que supiera frenar enero pero me alegro, sinceramente, de que este año no lo haya encontrado.
Enero, por fin has acabado, la tormenta llegó a su fin, así que, ahora sí, que llegue la calma, que comience el GRAN AÑO; 
mi año. 

Febrero, te espero con los brazos abiertos y mil ganas.