Hoy, como cada 9 de septiembre desde hace más de 12 años, el Facebook me recuerda tu cumpleaños; pero este año ha sido diferente. Me han invadido un montón de sentimientos encontrados.
Si te soy sincera, no hace falta que llegue el día y abra el ordenador para saber qué se celebra en este día tan tuyo. (Recuerdo perfectamente, y aun veo de vez en cuando "tu 2009", ese año que puntuabas con un 4/5 con una gran sonrisa en la cara, tan característica tuya).
Aún recuerdo tu sonrisa al recordar momentos de ese año, cómo hablabas del amor, que no es sólo para la gente joven, sino para los que se enamoran. Y qué razón tenías.
Realmente, y de corazón te digo que me he alegrado mucho con la noticia, sigues aquí entre nosotros, mucho más de lo que a veces pensamos. Me ha encantado ver tu foto de perfil entre mis últimas notificaciones, cómo si Facebook supiera que de todas las personas que conozco que cumplen años en tu fecha, tú eres, año tras año ( y así seguirá siendo) la más importante para mi. (No sabes lo rápido que avanza la tecnología y todo lo que saben de nosotros, a veces hasta asusta).
Por otro lado, me he dado cuenta de todos los acontecimientos que no has podido disfrutar con nosotros de cuerpo presente, porque sí, siempre estás con nosotros y eso no hay quién lo pueda negar. He repasado muchísimos de ellos, desde el nacimiento de tus nietos, hasta los 90 de la abuela. He visto el brillo de tus ojos reflejado en los ojos de Ana presentándonos a sus dos hijos, en los de Miguel contándonos sus logros y sus viajes en moto, al igual que en los ojos de todos los presentes al cumple de la abuela cuando, al principio de todo, se mencionaron las 3 letras de tu nombre y fuimos muchísimos los que no pudimos evitar emocionarnos.
Tu nombre, 3 letras, de los más cortos y sí, qué bien elegido tu nombre. Paz, paz la que nos dabas cuando nos juntabas a todos, la que nos trasmitías cuando las cosas no iban bien y sólo tú eras capaz de hacérnoslo saber con una sonrisa, con un vídeo o unas fotos que encontrabas por casa de épocas pasadas o no tanto. Paz la que nos dejaste, con tu legado bien aprendido, con tu fuerza y unión. Paz la que sentimos al recordarte, siempre tan contenta, risueña, generosa y dispuesta.
Aparte de todo esto, no sabes lo agradecida que le estoy a la vida por dejarme conocerte y disfrutarte, menos de lo que me hubiese gustado, no lo dudes, pero, como he aprendido y de las frases que más repito últimamente, todo pasa por algo y todo lo que me has enseñado, estando con nosotros, o allá donde te encuentres ahora, no lo cambio por nada del mundo.
Hace muchísimo que no te escribía, aunque también es cierto que últimamente te hablo más en voz que en papel, pero, las costumbres no cambian; soy incapaz de escribirte o hablarte sin emocionarme. Antes de acabar, o como muy tarde en el punto y final, siempre surgen esas lágrimas, esos ojos vidriosos, acompañados de una grande sonrisa.
Por último y como siempre, los 100.000 agradecimientos que te tengo cada día y que no quiero dejar de decirte. Gracias por lo que nos has dado, como persona y lo que nos has dejado como familia, gracias por cada aprendizaje y cada valor. Gracias por tu sonrisa y tu buenhacer. Gracias por ser nexo y unión. Gracias por abrirme tu profesión, que a día de hoy es la mía y muy orgullosa llevo por bandera. Gracias por ser tu y seguir siéndolo entre nosotros.
Todos estos y los que me dejo en el tintero.
Como han dicho esta mañana en la familia, recordándote, estás entre todos nosotros, nunca te podremos olvidar, siempre estás presente en nuestros recuerdos y te llevamos en nuestras oraciones.
Felices 66, allá donde estés.
Porque uno no muere si es recordado.